Excepto a algunos tertulianos de medios de derechas (Onda Cero, Intereconomía, Cope, ABC, La Razón, El Mundo…), ya nadie le cabe duda de que lo ocurrido en Honduras el 28 de junio es un golpe de estado. Como recordaréis, el presidente Zelaya fue sacado del país por el ejército, se falsificó una carta de renuncia que el congreso aceptó como válida y se decretó un estado de excepción; el Presidente del Congreso Roberto Micheletti asumió el cargo de Presidente del país y desde entonces se mantiene en el cargo con la oposición expresa de toda la comunidad internacional. Por cierto que no sé cómo es que aguanta en el poder un golpista con el rechazo de todas las instituciones internacionales, de la UE y de EEUU; al fin y al cabo, Honduras es un país pobre, y yo creo que si realmente quisieran que volviese el presidente electo esto se habría acabado hace tiempo.
Pues bien, ahora resulta que el usurpador Micheletti ha nombrado ministro a un torturador educado en la gloriosa escuela argentina de genocidas, además de la chilena (a la misma altura que la argentina).
Tras una larga estancia en España, disfrutando de los entresijos de las leyes internacionales de extradición, el cruel torturador y asesino Billy Joya Améndola ha recibido el honor de ser nombrado ministro asesor (una suerte de brazo derecho) del golpista Micheletti. Compadezco a los pobres Hondureños, que ya tenían bastante con lo que tenían para caer en las garras de la oligarquía dictatorial hispanoamericana más rancia y trasnochada.
Es hora de que el empresariado occidental tome posiciones para hacer negocios con esos traidores bajo cuerda, mientras nuestros gobiernos hacen proclamas rimbombantes pidiendo el restablecimiento del orden constitucional.
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