Todo el que sabe coincide en que el mercado laboral español es inviable tal y como está regulado. Los más reputados expertos están
pidiendo sin pausa que se liberalice, porque los contratos indefinidos son demasiado caros de resolver para el empresario y, en general, los trabajadores -agrupados- tienen demasiada fuerza a la hora de negociar. Lo ideal, por supuesto, sería que no hubiese ninguna traba a la rescisión, igual que no la hay si el trabajador quiere irse a otra empresa (o pasar al paro a vivir de nuestros impuestos haciendo el vago), y que cada negociación se hiciese entre el individuo y la empresa, de igual a igual.
Por supuesto, los sindicatos intentan cuadrar el círculo y resisten numantinamente, pese a que sus dirigentes saben que al final tendrán que ceder. Y es que el paro aumenta a ritmo galopante. No hay quien quiera contratar en las condiciones en que se hace.
La lógica es aplastante: para evitar que se pierda empleo, lo primero que hay que hacer es facilitar su destrucción.
Del mismo modo, para aumentar la natalidad ha de permitirse el aborto hasta el último minuto del embarazo, y despenalizar el filicidio de los niños de menos de un año. Sólo así -con la garantía de poder dar marcha atrás después de probarlo- los jóvenes se arriesgarán a procrear.
Y para conservar el lince ibérico (en vías de extinción, como todos sabemos), permítase su caza sin control alguno. Así los cazadores harán lo posible por que sigan existiendo, para tener animales a los que disparar.
Y para evitar el terrorismo, finánciese a Al Qaeda y ETA con una partida presupuestaria
ad hoc.
Podría seguir proponiendo idioteces, pero creo que ya me he explicado con suficiente claridad.