Está en el diccionario, pero a punto de caerse en ediciones históricas para eruditos.
A pesar de que es un verbo que aprendí en mis años salvajes, sigo usándolo a veces, sin las piñas de después pero con una cierta chulería avasalladora. Mi esposa lo odia.
publicado desde móvil (sin enlaces; el aclamado dispositivo blackberry no los permite)
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