Han detenido a un noruego por fornicar mientras conducía a 133 km/h en una zona limitada a 100, y se me ocurre una reflexión al vuelo: ¿qué mundo es este que no permite detenerse a realizar el coito? ¿acaso merece la pena una vida en la que hemos de aplacar nuestra libido in itinere, sin poner pie a tierra (y digo pie por decir algo)?
El policía dijo que «no podía ver demasiado porque la espalda de la mujer le tapaba la visión», lo que sugiere que si la chica hubiese sido más bajita, o si se hubiese apartado un poco, quizá podría haber quedado todo en la multa por exceso de velocidad (esto del exceso de velocidad me sugiere otro comentario, pero me lo ahorro; imagináoslo vosotros).
La policía retiró el carné de conducir al infractor por el peligro que representaba para los otros conductores, y esto sí que no lo entiendo, porque o este señor merece un premio a la potencia sexual o digo yo que esta actitud no será permanente.
Y por cierto que ya podemos abandonar el tópico de que los nórdicos son fríos.
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