viernes, 13 de febrero de 2009

mi menú de hoy


Llegué a casa tarde, y me hice la comida a toda velocidad. De ayer tenía en la nevera un refrito de cebolla muy pasada a fuego lentísimo y con trozos de pimiento verde. También me sobró arroz, que es perfecto recalentado. Decidí calentar el pimiento en su plato, tapado con el plástico de cocina, y abrir una latita pequeña de atún para hacerme una especie de escalivada con arroz (ya sé que lo que yo hice sólo tiene uno de los ingredientes que caracterizan la escalibada, pero la comida es mía y le llamo como me da la gana).
El pimiento se calentó bien, y el plástico que lo recubría también, de modo que se pegó al plato y para sacarlo del micro tuve que usar un trapo. Como no cesaba de hervir me fui al fregadero y lo puse bajo el chorro de agua fría. Como el plástico estaba medio derretido, el agua hizo un agujero y se coló dentro del plato, lavando la comida. Estaba tan caliente que aún me quemé los dedos al despegar los trozos de plástico derretido pegados al plato. Con el amasijo horroroso, una vez escurrido del agua y perdida por tanto la riquísima salsa del refrito, lo mezclé con arroz y lo volví a meter en el micro. Luego le eché el atún escurrido del aceite, lo puse en un trozo mísero de mesa libre (todo lo demás estaba ocupado por los cereales, el colacao, mi té, galletas y las tazas sucias del desayuno), y comí.
El postre consistió en una onza de chocolate con el resto del pan de ayer, duro. Me lo tomé bajando en el ascensor, con el tiempo justo para llegar al colegio y recoger a los niños.
Algunas veces pienso que esto no es vida. Claro que peor estarán ahora en Darfur.

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