Zaphod Beeblebrox es el presidente de la galaxia, en la
Guía del Autoestopista Galáctico, de Douglas Adams. Aquel que piense que este libro es sólo una novelilla divertida y disparatada está -a mi juicio- muy equivocado (aunque no obligo a nadie a que le guste; por hoy os voy a dejar opinar lo que queráis). Pero no quiero irme del tema (aunque el libro serviría para escribir varias veces la longitud del original), sino centrarme en la figura de Zaphod Beeblebrox. La wikipedia (en inglés, que el personaje no está desarrollado en absoluto en la versión española) dice sobre él:
He was briefly the President of the Galaxy (a role that involves no power whatsoever, and merely requires the incumbent to attract attention so no one wonders who's really in charge, which is a role Zaphod was perfectly suited for).
[Fue brevemente el Presidente de la Galaxia (un papel que no implica poder real, y sólo exige que el titular atraiga la atención para que nadie se pregunte quién está realmente al mando, que es un papel para el que Zaphod es perfectamente adecuado).]
Al leer el libro, vemos que Zaphod es un personaje totalmente disparatado, que no es que vaya a la moda, sino que es un prescriptor, un innovador; él marca las modas. Es un personaje del que todo el mundo habla, al que todo el mundo sigue, que rompe moldes, un absoluto iconoclasta, que un día bendice una fiesta mundana con su presencia y al siguiente roba el objeto más valioso del universo conocido. Es, elevándola al cubo y situándola en un futuro lejano, una especie de Paris Hilton a la que se le ha concedido el puesto oficial representativo (aunque sólo representativo) más alto que existe. Y es un símbolo. Es un mito. Es un clásico. ¿Acaso Ronald Reagan (por poner uno de los miles de ejemplos posibles) no tenía algo de Z. Beeblebrox? ¿Y qué me decís de Bill Clinton (salvando las distancias con el anterior)? Por no hablar de Carlos Menem (un señor notablemente ridículo, por cierto) y cientos más. Todos los presidentes, reyes, jefes del gobierno del mundo tienen algo de Zaphod Beeblebrox. Y cada vez más, a medida que las grandes corporaciones van tomando el control del poder, la figura del líder político se va reduciendo más a una cara, una imagen, una manera de moverse, y desaparecen los aspectos ideológicos. Es más, cuanto menos ideologizado esté un líder, más pragmático sea, mejor lo admiten sus votantes y sus patrocinadores, no vaya a ser que haga algo.
Es por esto que no importa en realidad que esté en el poder una señora como Sarah Palin o George W. Bush. Ambos son unos ignorantes que, a la hora de la verdad, se dejarán asesorar por gente eficiente, altruista, filántropa y desinteresada como Dick Cheney.
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