Esta expresión indica un suceso de gran resonancia, un alboroto, un tumulto.
Por lo que se cuenta habitualmente, su origen está datado en la revolución liberal de España del año 1868, en la que fue depuesta la reina Isabel II. Se supone que las gentes, sabedoras de que estaba en el ambiente tenso el advenimiento de la rebelión, se decían unas a otras cosas tales como "se avecina la gorda", "va a venir la gorda" o "se va a armar la gorda".
Esto es en gran parte verdad, pero creo llegado el momento de enderezar lo que hay de falso en dicha explicación. En efecto, el origen se encuentra en la revolución de 1868, pero la gorda no es la propia revolución, sino la reina Isabel. Como es sabido, el periodo en el que los borbones permanecieron fuera del trono ha sido bien corto desde 1868. Es por motivos obvios que no se podía hablar de una reina, miembro de la casa real vigente, llamándola abiertamente gorda. Por esto, tanto si gobernaba la propia Isabel como con don Alfonso XIII, como siendo don Juan pretendiente, en la severa dictadura de Franco, no fue nunca posible decir que Isabel de Borbón era una gorda, y que cuando fue destituida, al preparar su equipaje para dejar Madrid, las gentes se referían a sus preparativos con el verbo armarse. Así, la gorda de Isabel II armó su expedición hacia el exilio en 1868, y su comitiva fue tan exagerada y excesiva que quedó para siempre como sinónimo de jaleo, follón, cristo, sarao, escandalera, etc. Aunque por miedo a la censura la explicación oficial fue la que fue, y desde entonces nos han tenido engañados.
Así pues, en desagravio, digamos todos juntos: Isabel, eres una gorda (y por lo que se dice, un poco puta, también).
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