Hace una semana fui convocado para una reunión que tendría lugar hoy en algún momento y lugar. Y no creáis que estoy desinformado por mi natural relajación neuronal, porque fui yo el encargado de avisar a todo el mundo. Salió mi jefe... perdón, el Sr. Ingeniero Jefe del Servicio de su despacho, hizo un barrido visual y al verme sólo a mí me dijo "avisa a todos tus compañeros, que el martes 17 tienen que venir, que os van a explicar cómo funciona la consola", "¿a qué hora?", "no sé, tú diles que vengan, estáis por aquí y ya se verá". Con dos cojones. Al cabo de un rato, cuando ya había enviado un sms masivo a mis quince compañeros, volvió a salir el Gran Jefe y me dijo "diles que no es el martes 17, que es el martes 24". Otro sms masivo, pidiendo perdón por el desbarajuste. Esta deferencia de pedir disculpas fue totalmente de mi cosecha; la mala educación en el trato de los subordinados es marca de la casa.
La consola a que se refería El es una pantalla que va conectada a un localizador por gps que nos han instalado en los coches del trabajo. Lo que en realidad es una medida de control abusiva y tan terrible como el Panóptico de Bentham (diseño para un centro penitenciario en el que un sólo guardián podría vigilar a todos los internos en todo momento, con lo que éstos se sentirían vigilados aún cuando físicamente es imposible que una sola persona pueda llevar a cabo este control; por lo tanto, el comportamiento podría modificarse por el temor a estar siendo observados en todo momento) se pretende endulzar con la existencia de un sistema añadido para la transferencia de datos. Así, al introducir esta pantalla, pueden decirnos que es una herramienta para el mejor desempeño de nuestro trabajo, y no lo que es: un chivato para que sintamos el ojo del Gran Hermano fijo en nuestra nuca. La prueba de esto que digo es que llevamos con el localizador instalado desde hace meses y nadie se ha molestado en explicarnos cómo funciona la consola.
Hoy, martes, a partir de primera hora de la mañana comenzaron a aparecer mis compañeros por la oficina. Nosotros trabajamos fuera, así que hacer venir a la gente supone que interrumpan su trabajo. Y algunos tiene que venir desde más de 70 km de distancia. Es por eso que la gente fue llegando poco a poco. Y luego, como no había nada concreto, unos iban a tomar café, otros (yo) entraban en internet a leer sus feeds, otros charlaban con el culo en la mesa...
A las 9,30 alguien pasó y le dijo a uno que la cosa sería a las 10. Pero nadie se molestó en avisar a todo el mundo. Afortunadamente, pasaron las diez y la/s paersona/s supuestamente encargada/s de explicarnos lo que hubiera que explicar no había/n aparecido aún.
Poco a poco la gente fue enterándose de que había que estar por aquí por si al final se concretaba algo, y a las 10,30 -merced a algún extraño fenómeno ultraterreno- estábamos todos, a tiempo para recibir al tío de la empresa que consiguió colocarle los localizadores por gps a la diputación. El tío venía a otra cosa, porque se mostró sorprendido de que nos tuviese que explicar algo; dijo "pero si de esa consola no hay nada que explicar, ¿no os mandaron un manual". Como es obvio, nadie tenía los manuales, así que trajeron uno de los coches con la consola instalada y en plena calle el tipo nos explicó el funcionamiento. "Se pueden mandar mensajes como si fuera un teléfono móvil, y transmitir incidencias de una lista que aparece al pulsar... ¡vaya!, no hay nada en la lista. Entonces el de la empresa, y nosotros con él, descubrimos que nadie de aquí, de los que habían admitido y/o apoyado la instalación del aparato, se había molestado en mandar una relación de las incidencias concretas para cuyo aviso urgente se había gastado -teóricamente- todo aquel dinero. Después de muchas otras, esta era una nueva demostración de que el aparato es un medio de localización para controlarnos, y que lo que nos dijeron de que es para comunicar puntos exactos de tramos o sucesos es una milonga; sólo una capa de vaselina, para que no nos duela mientras nos dan por el culo.
Al final, aquí me tenéis, sentado en la oficina. Estoy haciendo con mi tiempo de trabajo lo que quieren que haga: perderlo. Pero eso sí: perfectamente ubicado.
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