jueves, 8 de mayo de 2008

iniciativa popular contra los pederastas


Mari Luz Cortés es una niña que desapareció el 13 de enero en Huelva (España) y que apareció luego muerta. El secuestrador y asesino de la niña resultó ser un pederasta conocido y condenado que debido a errores judiciales continuaba en libertad.

En la puerta del edificio donde trabajo hace ya varios días que están unos papeles para que los que quieran firmen (firmemos) para hacer una petición al Congreso de que hagan una ley que prescriba cadena perpetua a los culpables de pederastia, y también que se hagan públicas las listas y direcciones de éstos. Esta medida me parece un poco tonta si se consigue la otra; los pederastas -condenados a cadena perpetua- residirán en la cárcel, obviamente.

No firmé. Por varios motivos. En primer lugar, la cadena perpetua como tal no existe. Siempre hay un límite de años de condena o de edad del reo que permiten conmutarle la pena por otra de libertad más o menos condicionada. No creo que exista en ningún lugar una cadena perpetua como la que supongo que se pide en ese papel; aunque tenga el nombre no es verdaderamente perpetua. Es más, en Francia la cadena perpetua (máximo 30, media de 27) es más corta que la pena máxima de España (no he podido comprobarlo, pero lo escuché en la radio hace una semana dicho por un educador de una cárcel española), por ejemplo. No basta con una simple ley modificando el código penal para establecer una cadena perpetua verdaderamente perpetua. El cambio es más profundo y no estoy dispuesto a darlo irreflexivamente, como la mayoría de las personas que firman eso.

Por otro lado, no es cuestión de que las leyes se originen en movimientos de masas alteradas por un suceso concreto. Las decisiones no se toman así, y mucho menos las han de promover quienes son parte directamente implicada en ello. No sé si lo he dicho ya en otras anotaciones, pero soy enemigo de que las víctimas sean parte en los debates para hallar soluciones a lo que las hizo víctimas. No creo que las asociaciones de víctimas del terrorismo -por ejemplo- puedan erigirse en interlocutor válido para decidir cómo luchar contra quienes las pusieron en tan dramática situación. Simplemente es imposible que sean ecuánimes y que tomen decisiones orientadas a solucionar el asunto del que se trate; es difícil que puedan alejarse del mero acto de venganza, y la venganza, si bien es agradable para la psique del vengador, no da fin al problema.

Lo terrible es que algún compañero mío ha firmado o lo va a hacer porque tiene hijos, y supongo que se pone en el caso de que sea su hijo el violado y/o asesinado. Nadie se pone en el caso de que, en un futuro, alguno de nuestros hijos puede acabar siendo pedófilo.

No lo toméis a mal. Esos hijos de puta también tienen madre, y no necesariamente puta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pedófilo vs. pederasta. Puede que nuestros hijos sean pedófilos y les gusten los menores, dicen que es muy frecuente, pero espero que no sean pederastas. Se dice que la pederastia es como los malos tratos: casi siempre el que lo ejerce es que lo ha sufrido, y nuestros hijos tendrán menos posibilidades de sufrirlo si vigilamos su entorno y damos pasitos, aunque sean pequeños, para frenar la acción de los pederastas. Yo hubiese firmado. ESP