lunes, 17 de diciembre de 2007

hijos y regalos navideños


Tengo dos hijos, de 4 y 6 años, y ahora se me plantean dos dudas recurrentes y nunca plenamente resueltas. La primera es corta de plantear, y es que no me gusta mentirles diciendo que existen realmente los reyes magos; a mí me causó una gran decepción descubrir que esos seres a los que se puede pedir lo imposible son en realidad mis económicamente limitados (aunque en aquel momento casi ilimitados) padres.
El segundo dilema nace de la orientación doctrinaria, dirección espiritual o como se le quiera llamar a la que sometemos a los niños para que pidan aquello que consideramos apropiado. Por supuesto no consideramos apropiado para niños de 6 o menos años ningún aparato que les haga concentrarse en sí mismos del tipo de los que fabrica Nintendo. Y nuestro adoctrinamiento es tan eficaz que normalmente ya ni siquiera se plantean la posibilidad de pedir las cosas que a nosotros no nos gustan. Y lo hacemos (o, mejor dicho, lo hace mi mujer) de manera tan sibilina que no se nota que somos nosotros los que hacemos todo. Bueno, quizá no seamos nosotros tan maquiavélicos y lo que pasa es que los niños son muy inocentes, porque vamos con ellos a mirar dónde hay cada cosa, y dónde está más barata, que cuando yo era pequeño a los reyes no había que darles todo mascado; ya buscaban ellos las cosas, y mis padres no tenían que hacerles todo el trabajo.
El caso es que hoy mi hijo mayor me dijo: todos mis compañeros piden una wii, juegos de pressing catch... pero yo no, yo pido el libro nuevo de Gerónimo Stilton, el juego de la liga (un juego de mesa sobre fútbol como el monopoly) y un caballero del Zodiaco. Me da una pena que te cagas; no porque no tenga consola, sino por la resignación de ni atreverse a pedir esas cosas, que en el fondo son lo que realmente quiere. Me dan ganas de decirle tío pídela, pide todo aquello que desees, que el "no" ya lo tienes. ¿Qué es mejor, educarlo para ser sumiso y conformista o para ser un luchador rebelde?
No sé...

2 comentarios:

Alegría dijo...

Plas plas plas,

Me ha puesto los pelos de la nostalgia de punta. Hay algo en esta entrada que me ha removido por dentro. Entiendo perfectamente la "pena que te cagas" que te ha dado.
Ojalá lo hubiera leido hace una año, pero todo tiene su lado bueno, ahora puedo preguntarte, a un año vista ¿Qué va a pedir tu hijo este año? ¿Y el pequeño?

Creo que la clave podría estar en cómo lo dijo, si de manera orgullosa (como un hombrecito) o con cierta tristeza de quien realmente dice lo que sabe quieren oir.

En cualquier caso, quisiera compartir contigo una experiencia propia que me ha venido a la mente.

10 años, primera comunión. La hice en inglaterra por cosas de la vida. Mis padres me llevaron a Hamleys, la tienda de juguetes más impresionante de Londres. Me soltaron allí y me dieron a elegir. Única condición: una sóla cosa. Directa fui a las casas de muñecas, la ilusión de mis breves diez años. Me chiflaban los muebles de mianiatura. Pero... salió el pepito grillo del que hablas en otro post y me dijo: "Atenta! si te compras la casa de muñecas jugarás siempre sola" (mi hermano, cinco años mayor, sólo quería jugar con figuras de la guerra de las galaxias y geypermans) "pero si vas a aquel pasillo de la izquierda encontrarás..... El castillo de Greyskull!!!!! Piensa en todas las peleas que podrás compartir con He-man y tu hermano!!!".

Pese a las continuas presiones de mi madre y su cara de espanto... esa tarde montamos entre mi hermano y yo el castillo de Greyskull. En su habitación. Donde habitó hasta perderse en una mudanza.

Nunca he tenido una casa de muñecas, siempre he jugado a juegos de chicos. No me arrepiento... pero todavía hay días que paso por las tiendas de juguetes y veo esas sillitas y mesitas...

xab dijo...

Este año aún falta, pero te diré que el pequeño pide lo que corresponde y no hace falta lavado de cerebro. Sin embargo, el mayor ya pasa de las máquinas de juegos y pide un netbook (uno de esos ordenadores muy pequeños y baratos con linux para navegar por internet).
Tenemos a punto la máquina de electroshock.