Blog personal sobre aquello que me interesa (a mí, que no soy nadie) en cada momento, siempre que tenga ganas de escribir.
miércoles, 28 de noviembre de 2007
mitología griega para burras pardas I: el caos, gaia y eso
Todo comienza con el Caos, y en un ejercicio de metafilosofía, metareligión o metamitología, la narración sobre el nacimiento de los dioses es enormemente confusa, lo que indica que cada maestrillo tiene su librillo, cada uno cuenta la fiesta por cómo le va en ella o a río revuelto ganancia de sacerdotes.
Según Hesíodo, que es quien más parece saber sobre la realidad de la genealogía divina arcaica, el Caos (o sería mejor acostumbrarnos a la Caos, porque en griego la palabra es femenina) es el primer dios del que según suele decirse descienden Urano y Gaia; sin embargo, Hesíodo no dice que haya parentesco, sino que llegaron más tarde, con retraso (esto es perdonable, pues al no haber nacido todavía Cronos, lo del tiempo no lo tenían muy controlado).
No se entiende nada de esto, porque según parece Caos sería para algunos un dios (personalizado), mientras para otros sería un estado previo de confusión y mezcla. Sin embargo, no debemos angustiarnos por ello -o quizá debamos angustiarnos más de lo que lo hacemos-, dado que vivimos en una sociedad incapaz de explicar, entre otras muchas cosas, por qué la vivienda siempre se encarece más de lo que aumentan nuestros salarios; si esta y otras preguntas próximas y aparentemente más sencillas son imposibles de responder, imaginaos lo que pueden decirnos los sabios sobre un tema tan lejano e inabarcable como el origen del mundo. Nada; y es por eso que en este ámbito siempre ganan los teólogos, que suman o combinan la sabiduría y la creatividad.
Los sabios son los que siguen el método científico, cuyas creaciones pueden interesar pero casi nunca divertir. Los literatos pretenden inventar todo lo que escriben, aunque siempre se pueda encontrar un origen a todo lo que crean. Pero los que siempre vencen en los ámbitos sobre los que el hombre no puede alcanzar a conocer son una combinación, o quizá suma, de sabios y literatos. Si son admitidos en la cultura establecida se les llama teólogos, y si no herejes (y se les quema en una hoguera). Tras esta aclaración con la que es difícil estar en desacuerdo vuelvo a la Grecia clásica (de la que nunca debí salir).
Para nuestro uso y disfrute, y dado que Hesíodo no es ninguna autoridad en la materia porque se lo inventó igual que vamos a hacer nosotros, al principio todo era un Cristo (pero en el sentido figurado, no nos adelantemos a los acontecimientos), un Caos, un magma, un megamix... estaba todo mezclado como en las peores pesadillas de los blancos de clase media de Los Ángeles. Sin embargo, una fuerza incognoscible separó aire, tierra y agua y lo puso todo en su sitio, bonito y organizado. ¿Fue un poder supremo y desconocido, un dios, un niño jugando en el suelo de su habitación? Quién sabe; fue hace tanto tiempo... El caso es que tras esto quedaron los elementos cada uno en su sitio y el Caos desaparece. ¿Desaparece? Sí, desaparece y no se vuelve a hablar de él hasta que Edward Lorenz lo descubre observando fotos del meteosat a través de una botella de anís del mono. Esto contradice la idea de que Caos es un dios (o diosa), pues no se puede personalizar una fuerza o estado y luego hacerlo desaparecer de la historia sin aclarar qué fue de él (o al menos no se podía hasta la aparición de series como Lost o Falcon Crest). Por cierto, que el proceso aparentemente fortuito por el que partiendo del Caos se llega a Lost me hace pensar que quizá sí exista dios o, en su lugar, una simple fórmula matemática que lo explique TODO (42).
Me he vuelto a ir por las ramas. Vuelvo a la narración para decir que, después de ordenarlo todo, poniendo el cielo arriba, la tierra abajo y el agua cayendo (al menos donde yo escribo), se necesita una pareja divina para generar otros dioses que compliquen la narración. Esta pareja se compone de Gea o Gaia (la tierra) y Urano (el cielo), que a su vez son madre e hijo. Lo del incesto a los dioses no les importaba nada; ellos sabían perfectamente (como la mayor parte de los gobiernos de cultura hispana) que la genética es un mito para justificar ingentes gastos en investigación (por eso los hispanos, que somos muy listos, nos ahorramos el dinero). Así es que de la relación incestuosa de Gaia y Urano salen, en primer lugar, seis titanes y seis titánidas.
Pero de los titanes, la primera generación de dioses, hablaré en otro momento, cuando lea algo más sobre el tema, que ahora le estoy dedicando tiempo a la Cosa Nostra, quiero leer una novela policiaca y quizá terminar El Espejismo de Dios, de Richard Dawkins, del que si tengo valor os hablaré en algún momento.
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