Y digo yo, divagando: que se jodan, que no les tengo ningún cariño a las compañías de seguros. Todavía arrastro un dolor en mi rodilla derecha por un accidente de moto a los veintitantos, en el que la Unión y el Fénix me puso un papel delante renunciando a posteriores reclamaciones; fui tan torpe que lo firmé. Aún recuerdo la cara de cerdo del cabrón que me convenció para firmarlo, amenazándome con que si no lo hacía no recibiría nada.

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